Vaciar es cerrar, dice la consigna que levantan los despedidos del hospital, pero también quienes aún trabajan en una situación de incertidumbre, ya que ningún trabajadxr tiene renovado su contrato. La precariedad es la piedra filosa sobre la que se alza el plan del gobierno, y en la que encuentra el terreno allanado para profundizar en las políticas de desguace de todo lo estatal, en particular de lo que se refiere a políticas sociales, incurriendo en la violación de derechos humanos fundamentales como el acceso a la salud.
En un contexto de pauperización de la vida, atacar los centros de salud es ir hasta el fondo de un plan de disciplinamiento social que incluye que parte de la población sea doblegada, y que otra parte tenga que morir, con la excusa del “ajuste”: los números que al gobierno “tienen que darle” se comen nuestras mentes y cuerpos.
En octubre de 2024 ocurrió el primer ataque a este centro de salud mental, único a nivel nacional ya que es un hospital polivalente, es decir, que es integral en su atención a pacientes que transitan una internación o que se atienden allí de forma ambulatoria. En este sentido, a la atención en salud mental con áreas de Psicología y Psiquiatría se le suma la atención con profesionales clínicos, en Odontología, asistencia social y talleres de arte.
Los primeros despidos encontraron un eco inmediato en la población que salió en defensa del nosocomio y gracias a lo cual pudo evitarse, en primera instancia, el cierre. Los sectores en lucha de diferentes instituciones estatales y privadas, universitarios, agrupaciones barriales y espacios de cultura se sumaron a la asamblea abierta que propusieron los trabajadores. La denuncia que lleva como consigna “vaciar es cerrar”, refiere a que, si bien se evitó el cierre, los nuevos despidos y el vaciamiento de los insumos para trabajar y garantizar el tratamiento a los pacientes genera las condiciones para que el hospital no pueda funcionar.
Con el apoyo y la experiencia de organización y lucha, médicos y personal del hospital de pediatría Garrahan, vecino del Laura Bonaparte, fueron sumándose los otros centros de salud atacados como el Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas, ubicado en El Palomar, partido de Morón, así como también los compañeros del Hospital Nacional Dr. Baldomero Sommer de Gral. Rodríguez. Al “abrazo al Bonaparte”, como se denominó uno de los tantos días de lucha en los que se convocó a todos los sectores mencionados, le siguieron festivales y marchas como la del pasado 27 de febrero, que fue de alcance federal y que marchó desde el Ministerio de salud en CABA hasta Plaza de Mayo.
Los pacientes que se atienden también están siendo protagonistas de esta lucha ya que quedan desamparados y sin tratamientos con el despido de sus médicxs, con quienes han construido un vínculo que va más allá de lo meramente profesional. La eficacia y la calidez en la atención a personas que llegan en situaciones de vulnerabilidad es lo que remarcan en sus testimonios, en medio de la angustia que les genera el vaciamiento del hospital.
Atacar al Bonaparte es atacar la memoria:
Los sentidos múltiples que hay alrededor de esta institución que, como ya mencionamos, es única a nivel nacional, también se circunscriben a una lucha ideológica. El hospital lleva nada más y nada menos que el nombre de una luchadora incansable: la psicóloga Laura Bonaparte (1925-2013), madre de Plaza de Mayo línea fundadora y una de las impulsoras de la campaña internacional para que se declaren delitos de lesa humanidad las desapariciones forzadas de personas.
La política del gobierno actual que preside Javier Milei reivindica el accionar de los militares en la última dictadura, además de atacar todas las políticas sociales con la imposición y la profundización del neoliberalismo. Lo que opera es un ataque ideológico y frontal al paradigma de Verdad, Memoria y Justicia que gracias a la militancia de múltiples organizaciones vinculadas a los DDHH se viene construyendo y consensuando en el país desde hace cuatro décadas.
Este hospital representa un bastión en términos de salud integral, un despertar de la memoria y un espacio de resistencia y solidaridad en tiempos en donde es necesario, una vez más, unir todas las luchas.
Abrazar al Bonaparte es abrazar los DDHH.